El Movimiento “Jóvenes por un Mundo Unido” fundado por Chiara Lubich en 1985 bajo el lema “jóvenes de todo el mundo, únanse” es una red que se intensifica gradualmente en su variada realidad acogiendo jóvenes de todo el mundo, protagonistas apasionados de la fraternidad universal.
A ese llamamiento respondieron y siguen respondiendo todavía hoy, jóvenes entre los 17 y los 30 años, en muchos lugares de los cinco continentes, de distintas etnias, nacionalidades y culturas.
Pertenecen a varias denominaciones cristianas, a distintas religiones, o bien no profesan un credo religioso, pero todos se sienten identificados con el deseo de construir el mundo unido: de hacer que la humanidad sea cada vez más una sola familia, en el respeto de la identidad de cada uno.
Recorren todas las vías posibles para construir la fraternidad universal, en modo de sanar las divisiones existentes en las familias, entre las generaciones, entre distintos grupos sociales…
Los encontramos comprometidos en las campañas internacionales que apoyan la paz y la fraternidad, en manifestaciones públicas, locales o mundiales como los Genfest, donde dan testimonio de que se puede vivir como hermanos, o se convierten en protagonistas de sencillos gestos de de solidaridad y diálogo con quienes están cerca de ellos en la vida de cada día: pueden ser necesitados o marginados, conocidos o familiares… en cada prójimo tratan de ver y de acoger a un hermano.
Son muchas las actividades que suscita su estilo de vida: desde grandes acciones para responder con rapidez a las emergencias, ayudando a personas y a pueblos afectados por calamidades naturales o guerras, los múltiples fragmentos de fraternidad, donde los jóvenes se comprometen en iniciativas locales continuativas, a favor de los más necesitados, como los niños de la calle o los indigentes, los ancianos solos o los presos o los inmigrantes: todo lo que la fantasía sugiere para sanar las heridas de la sociedad en la que viven.
Esta corriente cultural penetra poco a poco en el mundo juvenil, llamado a afrontar las numerosas dificultades que el relativismo y el individualismo comportan.
Los Jóvenes por un Mundo Unido viven por la fraternidad, no sólo a nivel comunitario, sino sobre todo personalmente.
Saben que la unidad en la que creen, y por la cual gastan su vida, no es sólo un proyecto humano sino el designio de Dios sobre la humanidad ("Para que todos sean una cosa sola" Jn 17, 21).




No hay comentarios:
Publicar un comentario